Nota sobre el último vídeo del coronel Pedro Baños Bajo sobre los traidores a España, en el que detalla con documentos la red de periodistas y «expertos» que trabajan para la inteligencia británica y que estuvieron detrás de la campaña para impedir su nombramiento en 2018 como director del Departamento de Seguridad Nacional.
No amigos, esta no es una reseña sobre la curiosa serie de la HBO, What we do in the shadows, en la que unos vampiros intentan adaptarse al siglo XXI. Aun así, no parece casualidad que el mito moderno del vampiro se gestase en la Inglaterra victoriana como parte de la demonización británica de los rusos, tal y como analiza el suizo Guy Mettan en su libro imprescindible Creating Russophobia. Al fin y al cabo fueron también los británicos los que convirtieron la Leyenda Negra antiespañola en política de Estado, como no ha dejado de puntualizar el profesor argentino Marcelo Gullo.
Y aquí es donde entramos en materia. No es que les traiga noticias frescas, pues todo empezó ya hace unos años. En 2018, recién formado el gobierno de Pedro Sánchez tras la moción de censura contra Mariano Rajoy, el nuevo jefe de gabinete Iván Redondo comunicó al coronel Pedro Baños Bajo que estaban pensando en él para dirigir el Departamento de Seguridad Nacional. El propio Redondo se fue de la lengua antes de que el nombramiento figurara en el BOE. Lo que pasó después ya historia de España en la sombra. Una campaña relámpago muy bien dirigida por parte de periodistas y expertos de think-tanks españoles impidió el nombramiento, acusando a Baños de prorruso y contrario a la UE y la Alianza Atlántica.
No mucho después, la red mundial de hackers Anonymous publicó una serie de documentos que al parecer habían pirateado del Institute for Statecraft, un laboratorio de ideas financiado por el Foreign Office y vinculado al MI6. En estos documentos se detallaba una macrooperación de inteligencia llamada Integrity Iniative, que contemplaba la creación de redes (‘clusters’) de periodistas, expertos y políticos en activo de toda Europa para promover narrativas antirrusas. Los primeros países objetivo de esa operación fueron España y Serbia.
Completada con éxito la campaña contra el coronel Pedro Baños, la inteligencia británica no lo dejó en paz, y lanzó otra operación para ponerle el San Benito de «antisemita», consiguiendo entre otras cosas, que sus libros fueran retirados de las librerías en muchos países del mundo (incluyendo Taiwán, desde donde escribo). Pero ese no sería el fin de las tribulaciones del coronel, que por otra parte, como buen leonés, es más recio que un calzada romana y aguanta el chaparrón.
El 24 de febrero de 2022, Rusia lanza la «operación militar especial» en Ucrania. Como experto, Pedro Baños inmediatamente ofreció su análisis de la situación, lo que sirvió para nuevos ataques por parte de las redacciones de los principales periódicos convencionales en España, y para que el llamado ‘cluster’ español de la Integrity Iniative se lanzasen contra él, ayudados por los miembros de la red NAFO/FELLAS, un grupo de pajilleros come-Doritos que hace propaganda de la OTAN, por dinero o por convicción (que es peor).
Ante los continuos ataques de los periodistas al servicio de la inteligencia británica, el coronel Baños decidió publicar un vídeo en su canal detallando quién es quién en esta campaña de difamación y cómo forman parte de una red de verdaderos traidores a España, siguiendo la estela de Antonio Pérez, secretario de Felipe II, pero también de otros de nombre menos conocidos, que igualmente al servicio de la inteligencia británica, consiguieron la destitución del Marqués de la Ensenada como ministro de la Marina en el siglo XVIII o que los incompetentes gobiernos españoles de la Restauración rechazasen entre risas el submarino de Isaac Peral.
La misma inteligencia británica que tenía comprada a media oficialidad del Ejército en el Franquismo o que ha extendido la narrativa de la trama rusa de la intentona separatista de los nacionalistas catalanes en octubre de 2017.
El coronel Baños no solo utiliza los documentos conseguidos por Anonymous en 2018, sino otros que han ido cayendo en posesión suya, y que vienen a confirmar la serie de nombres de españoles que trabajan para poderes extranjeros, concretamente para los chicos de Langley y Vauxhall Cross (en román paladino: la CIA y el MI6). Vean el vídeo porque no tiene desperdicio:
En una de las últimas versiones de James Bond, si no recuerdo mal creo que era Skyfall, el personaje de M, interpretado por Judi Dench, defendía las operaciones del servicio de inteligencia que ella dirigía, alegando que «al país también hay que defenderlo en las sombras». No puedo estar más de acuerdo con el guionista. Esto siempre lo entendieron muy bien los hijos de la Gran Bretaña, que lo llevan haciendo sin empacho y con gran habilidad desde hace siglos.
Pues bien, sus operaciones no serían posibles sin cipayos, sin colaboracionistas que venden a su país por un plato de lentejas (y una Nespresso, supongo), y sin ciudadanos de buena voluntad que creen estar contribuyendo a la mejora de su patria, cuando en realidad están siendo manipulados.
No se trata de ser conspiracionista —una palabra utilizada como insulto para estigmatizar a quien ofrece análisis o explicaciones alternativas a ciertos hechos o procesos de la vida nacional o internacional—, sino de aprender de la Historia y de intentar ir más allá de los titulares de prensa y de las informaciones que damos por válidas, ya sea por costumbre, falta de tiempo o falta de interés.
Los casos de injerencia extranjera en España son tantos y tan habituales que casi da pereza repasarlos todos, y se permiten actos absolutamente impensables en un país que se tome en serio su soberanía. Como ejemplo este botón:
Pero no son solo los británicos los que medran, ni solo España la que lo sufre, como es obvio. El imperio actual, los gringos, poseen una red amplísima de institutos, fundaciones y think-tanks conectados con el Departamento de Estado y el Pentágono, la CIA y las empresas que forman el complejo militar-industrial. Una de estas tapaderas es la NED (National Endowment for Democracy), un organismo civil creado en época de Reagan para realizar las operaciones de cambio de régimen en otros países, y que hasta ese momento había llevado a cabo la CIA mediante operaciones encubiertas financiadas, entre otras cosas, con el narcotráfico.
Recientemente, la organización ha sufrido un auténtico calvario de relaciones públicas causado por una entrevista con el medio alternativo The Grayzone, en la que una nueva directora, que no sabía nada de la historia de la NED, intentó refutar que fuesen una tapadera de la CIA. Enfrentada a las preguntas de los periodistas Kit Klarenberg y Max Blumenthal, fue incapaz de contestar de manera creíble. Poco después, abandonó la NED y esta entró en una fase de luchas internas.
Cuando lean una noticia en el periódico en la que se citen como fuentes a ciertos organismos y think-tanks, investíguenlos, comprueben bajo qué paraguas operan, quién los financia, en suma, de quién dependen.
En mi novela El naufragio de los imperios quise presentar esta cuestión de «la lucha en las sombras» de una manera amena y con ejemplos concretos que, aunque sacados de mi imaginación, están basados en operaciones reales de inteligencia. No es ningún juego ni ninguna película de espías, es el funcionamiento real, casi invisible, de las relaciones internacionales.
Un comentario
Estamos ya comenzando el sexto siglo de deshonestidad gubernamental.